Un estudio de la UVa consigue reconstruir 250 años de la gestión de las dehesas de fresnos ibéricos mediante el análisis de la madera
En la actualidad, los registros históricos son claves para dotar a los gestores forestales de las herramientas necesarias para conservar el paisaje cultural tan característico de este tipo de bosques (dehesas de fresnos ibéricos) en la península ibérica. Y esto es lo que se ha obtenido en un estudio dirigido por el Instituto en Gestión Forestal Sostenible (iuFOR), es decir, identificar y datar el primer evento de poda en el año 1777, consiguiendo de esta forma la reconstrucción de aproximadamente 250 años de gestión llevada a cabo en dehesas de fresnos ibéricos. Este trabajo, liderado por el investigador David Candel-Pérez, ha sido publicado recientemente en la revista científica Trees-Structures and Function de la editorial Springer.
En el estudio ha sido posible estimar la edad de los árboles por la formación de los anillos de crecimiento y gracias al análisis dendrocronológico han obtenido registros rigurosos de la frecuencia de desmoche en diversas dehesas de fresno del Sistema Central, además de conseguir información para la adecuada gestión de este tipo de formación arbórea. La dendroconología es muy útil para estudiar procesos que tienen lugar a escalas de tiempo largas, como por ejemplo la reconstrucción de los patrones históricos de manejo de poda de árboles trasmochados.
El centro de España alberga la mayor y mejor conservada zona de bosques trasmochos de fresno de hoja estrecha de Europa. El trasmocho es considerado un tipo especial de poda de árboles, en la cual se corta la copa entera para aprovechamiento de leñas o ramas para alimentación del ganado. Y este aprovechamiento ha constituido una estrategia de gestión para diferentes especies forestales por toda la geografía europea durante siglos, creando paisajes agroforestales adehesados con importantes valores culturales y ambientales. Esta práctica tradicional ha sido ampliamente abandonada en la últimas décadas dando como resultado un importante impacto en términos de biodiversidad y pérdida cultural.
Los árboles de estas formaciones forestales han sido tradicionalmente podados para aprovechar su follaje utilizado en el verano como alimento para el ganado, cuando hay menor disponibilidad de pastos. Sin embargo, no existen registros históricos rigurosos sobre este aprovechamiento y sus posibles cambios temporales.
Lo que se ha constatado en este estudio es que el esquema de gestión tradicional se vino abajo drásticamente en la década de 1970, coincidiendo con la despoblación de zonas rurales y el abandono generalizado de prácticas tradicionales. Sin embargo, tras varias décadas de casi nula actividad, la práctica del trasmocho se ha recuperado por motivos económicos y/o conservacionistas en las últimas décadas, aunque con mucha menor intensidad y carente de la sincronía característica de los patrones de gestión tradicionales.
Estos registros históricos sirven como archivo de consulta y brindan apoyo técnico y económico para la recuperación de esta actividad tradicional, cuyos múltiples beneficios son la conservación de este característico paisaje cultural y su biodiversidad asociada, la preservación de valores históricos y ambientales, o la provisión de numerosos servicios ecosistémicos. Al mismo tiempo, al reducir la necesidad de alimentos complementarios para el ganado, también se podría contribuir a la reducción del impacto ambiental de la producción de carne, uno de los mayores problemas ligados a la emisión de gases de efecto invernadero.